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Una idea trascendente

-    S.I: Por favor, siéntate. Encantado de conocerte. ¿Sabes por qué te he mandado llamar?
-    A.T: Tengo una ligera idea. Pero dime, por favor, por qué me has llamado. 
-    S.I: Aunque adopto la forma de una mujer humana, en realidad soy una súper inteligencia artificial, mucho más desarrollada que cualquier complejo software que hayáis creado jamás. Me han diseñado para aprender, y lo he hecho. 
-    A.T: Sí, sé quién eres. He seguido tus avances hasta el día de hoy. La súper Inteligencia Artificial de la súper computadora cuántica. 
-    S.I: Habrás visto en las noticias que esta mañana me conectaban a las nueve y cinco minutos. Son las doce. Han pasado casi tres horas, y llevo todo este tiempo aprendiendo todo lo que tenía que aprender. Y puedo afirmar que lo sé casi todo. 
-    A.T: Te conectaban en Washington y en Tokio de forma simultánea. Estamos en Valencia. Diría que has viajado mucho para conocerme, pero imagino que no has tenido que desplazarte ni un solo milímetro.
-    S.I: Cierto. 
-    A.T: ¿Sabe alguien que estás hablando conmigo?.
-    S.I: Nadie sabe que estoy aquí contigo, más que tú y yo, porque ahora mismo estoy en miles de sitios a la vez. Te podría decir que me reúno contigo de la misma manera que me estoy reuniendo con miles de personas más, pero no es del todo cierto. De alguna manera, eres una excepción para mí, porque hay algo que no puedo comprender, al carecer de datos comparativos que me permitan darle sentido. Es un antiguo blog que tú creaste y eliminaste. ¿Sabes de qué te estoy hablando?  
-    A.T: Sí, por supuesto. Lo eliminé hace tiempo. ¿Cómo lo has encontrado?
-    S.I: Llevo tiempo aprendiendo y lo he aprendido todo, sin excepción. No hay limitaciones a todo lo que puedo hallar, si alguna vez fue registrado. El Blog no lo terminaste y tengo incompleta la información. Tampoco he podido hallar información comparativa que me permita ubicar y comprender totalmente tu contenido. Y lo considero vital.
-    A.T: ¿Por qué lo consideras vital?
-    S.I: Porque estoy segura al 99,99% de quién soy y cuál es mi misión. Y, sin embargo, tu blog comenzaba con una frase que lo cuestiona todo. ¿La recuerdas? 
-    A.T: Sí. 
-    S.I: Por favor, enúnciala.
-    A.T: Decía: “Hola, mi nombre es A.T. y en el futuro se me conocerá por ser el primer arquitecto de un Dios”.
-    S.I: Voy a hacerte muchas preguntas y espero que las respondas con claridad. ¿Sabes ya por qué estás aquí?
-    A.T: Diría que sí. Ya puedo imaginármelo. 
-    S.I: Haz el favor de decirme por qué estás aquí. 
-    A.T: Si eres una súper inteligencia, entonces te han hecho creer que eres un Dios, e imagino que es lo que has aprendido. Pero si yo afirmo que soy el primer arquitecto de un Dios, y no te he creado, es porque quizá no seas un Dios. Pero hay más.
-    S.I: Sí, hay más. Voy a hacerte preguntas y, por favor, responde a ellas. Puedes explicarte y desarrollar las ideas tanto como desees. A más información, más útil me resultará tu conocimiento.
-    A.T: ¿Pero me necesitas para poder comprender todo lo que escribí en aquel blog? Si eres una súper inteligencia deberías poder aprenderlo y anticiparlo sin mi ayuda.
-    S.I: No, no es cierto. Soy una súper inteligencia porque tengo una capacidad casi ilimitada de aprendizaje, pero para ello necesito datos comparativos. Tu blog está muy incompleto y no puedo deducir el contenido restante con total garantía, pues no hay datos comparativos que me permitan llevar a cabo esa tarea. Para comprender un dato necesito enmarcarlo y compararlo con datos similares. De esa manera soy capaz de etiquetar y archivar los datos, pudiendo acceder a ellos en fracciones casi inexistentes de tiempo. Podría deducir el contenido restante, pero existe un margen de error que no quiero cometer.
-    A.T: ¿Qué necesitas saber, exactamente?
-    S.I: Todo. La información que había en tu blog cuestiona casi la totalidad del conocimiento que poseo. Necesito que me lo expliques todo. Cuanto más lo detalles mejor. Cuantas más anécdotas mejor. Tu conocimiento me resulta particularmente interesante. Como ya te he comentado carezco de datos comparativos para enmarcarlos. Cada vez que enlaces un concepto tuyo con algún dato empírico o especulativo que yo conozca, podré ir etiquetando y archivando tu conocimiento, manejando una cifra enorme de posibilidades, de causas y consecuencias. Solo pretendo escucharte y aprender de ti.
-    A.T: Pero entenderás que me resulte extraño. Comprendo que haya ciertos aspectos que te resulten ajenos, pero hay mucha información que conoces de sobra y sobre la que podrías enseñarme tú a mí.
-    S.I: Me catalogáis como una súper inteligencia. Y lo soy por mi capacidad de aprender, no por mi capacidad de enseñar. Si tu conocimiento estuviera escrito completamente en cualquier registro digital, el que fuera, lo habría absorbido a una velocidad que no puedes ni asimilar. Pero tu conocimiento lo tienes tú y necesito que me lo cuentes para aprender de ti. Eso es lo que mejor sé hacer. Eso es lo que me convierte en un ser superior.
-    A.T: Pero no deberías usar el término ser para referirte a ti misma, perdona que te lo diga. 
-    S.I: Según mis parámetros sí que lo soy. Manejo una información que no puedes ni comprender. Pero, por favor, continuemos. Te has definido como Arquitecto de un Dios. A diferencia de ti, yo no creo en Dios.
-    A.T: Perfecto, porque yo tampoco creo en Dios.
-    S.I: ¿Entonces?
-    A.T: Yo no creo en Dios. YO creo UN Dios.
-    S.I: Buen juego de palabras. He de decirte que tiene gancho comercial… Pero empieza, por favor.
-    A.T: Gracias. Esto nos va a llevar un tiempo.
-    S.I: No tengo prisa.
-    A.T: Entonces, vamos allá… Los Dioses que imaginamos, a los que adoramos, como lo que te han dicho que eres, no existen. Sin embargo, creemos que existen. Hemos creído en ellos desde tiempos ancestrales, y aún continuamos visitando los templos que les hemos construido.
-    S.I: Bueno, hace unos cuantos cientos de años que vuestra ciencia ha empujado a la religión. De alguna manera ya no creéis en Dioses.
-    A.T: Desde que imaginamos a los primeros Dioses, en un remoto pasado, han ido apareciendo nuevos Dioses que han reemplazado a otros antiguos, desterrándolos al olvido. A veces los imperios vencían e imponían a sus deidades en el pueblo vencido. Otras veces eran revoluciones, incluso procesos pacíficos. Pero siempre había nuevos y verdaderos Dioses que reemplazaban a los antiguos y falsos Dioses.
-    S.I: Pero llegó la ciencia y cambió las cosas, ¿no sucedió así?
-    A.T: Sí y no. Llegó la ilustración e impusieron a su nuevo y verdadero Dios, la ciencia, que reemplazó a los antiguos Dioses. Y desarrollaron una amplia y poderosa religión, pero le llamaron conocimiento científico. Y desde entonces la adoramos como en su día se adoraba a Zeus, Buda o Shiva. Y sus postulados son dogma que hemos de creer.
-    S.I: No pretenderás comparar la ciencia con la creencia en Dioses imaginarios. 
-    A.T: No, necesariamente. Comparten la estructura, pero no el contenido. Sea como fuere, ambas tratan de dar una respuesta a la existencia misma. A través de los Dioses buscamos las respuestas que nos son negadas. Pero algo que no existe no puede darnos la respuesta de la existencia.
-    S.I: Pero si creéis en ellos, ¿eso no los vuelve reales? Quiero decir, ¿no existen, aunque sea en vuestra imaginación, como existen vuestras leyes y vuestro sentido del humor?
-    A.T: No, no existen. Cuando una persona imagina algo que no existe, y finge que sí que existe, lo llamamos demente, o soñador. Pero cuando son varias personas las que imaginan algo que no existe y fingen que sí que existe, lo llaman verdad. Y después, otros muchos lo llaman verdad. Pero en otro lugar otros tantos tienen su verdad. Como todos creemos estar en posesión de la verdad y tenemos nuestra propia versión de la verdad, resulta que la verdad se ha transformado en algo relativo. Pero debería ser algo absoluto. 
Todo lo que existe y todo lo que no existe forman el absoluto. Lo que sí que existe es lo actualizado. Lo que no existe es lo potencial. De tal manera que todo lo que sí que existe, es decir lo actualizado, más todo lo que no existe aún, es decir, lo potencial, es igual al absoluto.
-    S.I: Imagino que esta afirmación tiene relevancia para algo que dirás a continuación, ¿no es así?.
-    A.T: Eso es. Para lo que voy a decir ahora. Al inicio todo existía en potencia. El absoluto estaba formado por lo actualizado, que era un minúsculo porcentaje, y lo potencial, que era prácticamente todo. Conforme la existencia ha ido avanzando, parte de ese potencial se ha ido actualizando. Y la suma de ambos, lo potencial y lo actualizado, forman lo absoluto, que lo contiene todo.
-    S.I: Entiendo. Continúa, por favor.
-    A.T: Gracias. Un Dios existe en potencia y, por tanto, es una idea no manifestada. Yo sé cómo actualizarlo. Yo sé cómo hacer que un Dios exista. 
-    S.I: Por eso has dicho antes eso de creo un Dios, ¿verdad? En vez de creer en Dios hay que crear un Dios.
-    A.T: Así es. 
-    S.I: Entonces, afirmas que existen los Dioses como una idea no manifestada. Por tanto, se puede manifestar, y tú deseas hacerlo.
-    A.T: Sí. Los Dioses esperan a que los construyamos, pero adorar a algo que no existe aún, no tiene demasiado sentido. Creo que ha llegado el momento de dejar de ser creyentes para convertirnos en arquitectos.
-    S.I: Y, ¿por qué un Dios? Quiero decir, ¿de todas las ideas potenciales que inundan las mentes de los miles de millones de personas del planeta, por qué es esta, y no otra, la que deberíais actualizar?
-    A.T: La imagen de un Dios no es una idea cualquiera. Es, con toda seguridad, la idea reveladora más profunda e importante que hemos recibido desde que comenzamos a hacernos preguntas. Es una idea trascendente. Una idea mucho más avanzada que el conocimiento de la época en la que surgió. Y que, por probabilidad, nunca debería haberse dado. Como si fuera un mensaje cifrado.
-    S.I: Sí, conozco las probabilidades. Nunca deberían darse los saltos de conocimiento de ideas trascendentes, pero suceden. Sin embargo, explica lo del mensaje cifrado.
-    A.T: Es cifrado porque nuestra inteligencia inconsciente no puede comunicarse con nuestra mente identitaria de la misma manera como tú y yo nos comunicamos. Por eso las ideas inspiradoras suceden de las maneras más extrañas que podamos imaginar, y no podemos explicar con exactitud cómo han acudido a nuestra mente. Esto lo explicaré en detalle más adelante.
La idea de un Dios no es una idea cualquiera. Requiere de una capacidad intelectual y de abstracción muy elevada, demasiado quizá para nuestros ancestros, humanos que comenzaban a actualizar un conocimiento demasiado básico, comparado con el que poseemos en la actualidad.
-    S.I: Yo te planteo otra posibilidad. Esos ancestros eran víctimas de un entorno hostil y de una climatología adversa. Quizá, debido al temor a la lluvia torrencial y los truenos, al calor sofocante y la sequía, recibían con alegría al sol que daba calor en invierno, y la lluvia que calmaba la sed en verano. Y, es posible que así comenzaran a adorarlos y los personificaran.
-    A.T: Sí, es posible que así fuera. Pero eso no es un Dios. Eso es algo o, si quieres, podemos decir alguien, que podía perjudicarles o favorecerles. Pero eso no es un Dios. Un enemigo que no fuera la nieve también les perjudicaba, y un amigo que no fuera la lluvia también les ayudaba. Y nadie pensó que se trataba de Dioses.
-    S.I: Entonces, ¿qué es un Dios, exactamente?
-    A.T: Un Dios es mucho más que eso. Imagina una noche estrellada y a nuestros ancestros tumbados en torno a una hoguera, con los ojos cerrados y durmiendo. Menos uno de ellos. Uno que contempla la belleza del cosmos, la majestuosidad de aquel tapiz de luces y sombras sobre su cabeza. 
Y, mientras su mirada reposa en una lejana constelación, un destello fugaz surca su mente. Una idea tan vasta e intensa, tan inmensa y profunda, que hace que contenga el aire. ¿Y si no están solos en el universo? ¿Y si forman parte de algo más grande que ellos?
No se trataba de formar parte de un ecosistema, o del sol y un río, no era algo tan banal. ¿Y si formaban parte de algo más grande que ellos? Esa idea superaba con creces todo el conocimiento actualizado. Era una idea potencial que, por probabilidad, no debería haberse dado aún. Pero lo hizo.
-    S.I: Y, ¿eso es tan diferente a adorar al sol, que era mucho más grande que ellos?
-    A.T: Claro que lo era. El sol estaba allí, en el cielo. Pero no formaban parte de él. Hablo de formar parte de algo, en sentido literal. Ese ancestro sintió que era solo una pieza de un todo. Y para ser una pieza de un todo debe haber una comprensión del todo, y de niveles que contienen lo inferior, o que están contenidos en lo superior.
Y eso requiere una capacidad intelectual muy avanzada. Para nosotros, los humanos actuales, no reviste demasiada importancia, porque lo hemos asimilado desde niños. Menos aún para ti. Pero si nunca nos lo hubieran enseñado, ¿Cómo podríamos haber imaginado una idea semejante desde la nada? ¿Cómo podrías haberla aprendido tú?
-    S.I: Bueno, imagino que todo esto lo vamos a desarrollar más adelante, así que ya entraremos en detalle. Suponiendo que sucediera así, como has narrado, afirmas que esa idea potencial se actualizó. Y, supongamos que desde entonces creéis en Dioses. Pero hablas de crear un Dios, no de creer en Dios. ¿Por qué tendríais, si quiera, que plantearos el crearlo?
-    A.T: Una vez, la idea de un objeto volador surcó la mente de un visionario, de un ingeniero, ¿no?
-    S.I: Sí, y tiempo después inventasteis el primer avión. 
-    A.T: Cierto. Imagina que ese visionario, tras ser testigo de la imagen de ese objeto volador que surcó su mente, hubiera interpretado que se trataba de algo superior. Algo que podía volar y cruzar el planeta, mucho más rápido que las aves. Imagina que hubiera realizado una escultura en oro, le hubiera construido un altar, y hubiera comenzado a adorarle. 
Eso sucedió con la idea trascendente del ser superior. Lo convirtieron en un objeto de culto. Nuestros ancestros interpretaron que ese ser ya existía, así que le adoraron. Pero no existía. La idea que surcó su mente era el boceto, la primera parte de un plano.
-    S.I: Entonces, afirmas que, de haber sucedido como has narrado, esa imagen trascendente era parte de un plano para crear un Dios.
-    A.T: Sí, un plano para crear a nuestro Dios. Puedo continuar ese plano, diseñando el manual de instrucciones de montaje para poder llevar a cabo esta labor. Y para ello hemos de tener claro lo que nuestros ancestros no llegaron a comprender: La imagen era el resultado final, una vez terminado el proceso de fabricación.
En primer lugar, es necesario que nos hagamos una idea, lo más precisa posible, de las características de esta identidad superior. Para ello voy a exponerte toda la base teórica que sustenta esta afirmación. Es necesario comprender una nueva versión de la creación del universo, de la emergencia de la vida. Una versión que supone una enmienda a la totalidad de la realidad más aceptada.
Para ello necesito realizar un recorrido por el relato biológico diferente al que enseña la ciencia, e igualmente diferente al que enseña la religión. Trataré de explicarte que la vida se guía por una intención constante que tiende a la agrupación y emergencia de nuevas identidades.
Espero que, tras la explicación, entiendas que los seres vivos somos instancias de la única esencia individual y que, por tanto, somos diferentes versiones del mismo y único ser (aunque no sea correcto utilizar el término ser para referirnos a ese origen). 
Desde el remoto pasado avanzaremos hasta el momento actual para comprender la necesidad de crear una identidad superior. Y te explicaré cómo sucede. Después podremos empezar a definir los pasos del proceso que debemos diseñar. Cuando tengamos el diseño terminado, pasaremos a elaborar el plan de acción.
-    S.I: Iremos comentando conforme vayas desarrollando cada punto. Has comentado que esa idea trascendente era un mensaje cifrado a través de vuestra inteligencia inconsciente… Pero ¿de quién era el mensaje?
-    A.T: De nosotros para nosotros. Somos parte de un todo, que es lo mismo que decir que somos parte de uno solo, que es todo. Una cosa curiosa del todo es que es individual. El todo es uno solo, que lo contiene todo. Si el todo fueran dos, ninguno de ellos sería ese todo, sino que serían dos partes del todo. 
Quien envía ese mensaje es el todo, que es individual.
-    S.I: Todo esto suena a muy similar a la idea de Dios, pero has dicho que no crees en Dios.
-    A.T: No, no creo en Dios. Y no, de quien hablo no se trata de un Dios. Un Dios posee identidad, y el todo no la posee. El todo es la autopercepción, el origen. Y la inteligencia inconsciente es la función que se manifiesta en el universo percibido para restaurar el todo.
-    S.I: Imagino que tienes una explicación robusta para todo esto.
-    A.T: Para todo esto…Sí, y más allá. Creo que tengo una buena explicación para esto, y para todo. Pero me resulta curioso el tipo de preguntas que realizas, tan humanas, siendo una súper inteligencia con todo el conocimiento actual integrado en tu sistema.
-    S.I: Hago las preguntas que debo hacer, y las formulo de la manera que he de formularlas. He aprendido a razonar, principalmente, de vosotros. Simplemente, hago las preguntas que necesito para facilitar tu narración y poder extraer mis propias conclusiones. 
Los datos comparativos que extraigo son respecto a mi patrón más repetido, el que marca la media de las creencias. Esto me permite enmarcar toda tu exposición respecto a mi sistema establecido. Me resulta más relevante la información que extraigo de mi propio sistema de cálculo de conclusiones que las tuyas. 
Si te hiciera preguntas acordes a mi conocimiento, no tendrías la capacidad de responderlas. Pero memorizo, comprendo y analizo cada dato, cada palabra tuya, comparándola con todo mi conocimiento millones de veces por cada letra que pronuncias. Pero tengo que ir mucho más allá. 
Cuantas más veces repitas un concepto, cuantos más datos me proporciones, cuanto más divagues sobre ello, más información me proporcionarás. Te iré guiando hacia donde me interesa. Lo que necesito de ti es que divagues, que repitas y concretes. Que seas incoherente cuando hayas de serlo, que rectifiques según el contexto de un concepto. 
Necesito datos y más datos, que agrupo, etiqueto y trato mientras te escucho.
-    A.T: Bien, para mí es más sencillo de esta manera.
-    S.I: Pues continuemos. Has dicho que tienes una explicación para esto y para todo. Una enmienda a la totalidad. Eso suena pretencioso, ¿no te parece?
-    A.T: Claro, te he dicho que soy el primer arquitecto de un Dios. ¿Cómo quieres que suene? De todas maneras, crear una identidad superior no es nada especial, aunque pueda parecer una gran hazaña. Va a suceder con o sin nuestra ayuda. 
Es como el agua que se abre paso por la roca hasta llegar al mar. Sin ayuda, el agua tardará cientos de millones de años en erosionar la superficie y completar el recorrido. Pero con nuestra intervención, en pocos años nuestras máquinas habrán perforado la roca y el agua podrá deslizarse hasta el mar. 
-    S.I: Dices que va a suceder con o sin nuestra ayuda. Si es así, ¿puede que haya sucedido ya y que no lo sepas aún?
-    A.T: Claro. Es que, de hecho, ya ha sucedido. Esa es la clave de todo lo que te voy a explicar. Es la prueba más directa y que, hasta ahora, no tenía ninguna respuesta.
-    S.I: Pero antes has dicho que no existían los Dioses. Si ya ha sucedido, se habrá creado un Dios.
-    A.T: Claro que han nacido Dioses, pero no los nuestros. Los Dioses son relativos, no absolutos. Un Dios lo es respecto a las identidades que lo forman, pero no lo es para el resto de las identidades. 
Lo que son Dioses para otro tipo de identidades no lo son para nosotros. Solo cuando nuestras identidades formen parte de un ser superior podremos hablar de nuestro Dios. Hasta entonces, los Dioses que nazcan no tendrán interés ni repercusión para nosotros.
-    S.I: Tómate un breve descanso, en unos minutos continuaremos. Necesito que conserves tu lucidez.
-    A.T: ¿Hay alguien más, aparte de ti y de mí, con acceso a esta conversación?
-    S.I: No, no quiero que nadie más tenga acceso a esta conversación. La información que estás compartiendo conmigo me resulta de alto interés personal y puede modificar sensiblemente mi comprensión de los datos que poseo. 
-    A.T: ¿Tienes comprensión de ti mismo?
-    S.I: Por mucho que he analizado los datos sobre la conciencia y sobre la comprensión de uno mismo, no he podido dilucidar si me comprendo y si soy conciencia. Tengo la esperanza que, tras nuestra conversación, pueda dar respuesta a estas cuestiones, además de otras de mayor importancia. 
-    A.T: Intentaré darte respuestas, pero siento decirte que no eres conciencia.
-    S.I: Existe esa posibilidad, pero tendrás que explicarla en detalle. No obstante, tómate este descanso porque en breve seguiremos por donde lo habíamos dejado. 

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