La percepción genera la conciencia
- S.I: Me gustaría que comenzases por el principio. Dices puedes crear el plano de un Dios, pero antes es necesario comprender los principios que sostienen toda tu argumentación.
- A.T: ¿Quieres que me refiera a ello como mi hipótesis, o como mi teoría?
- S.I: Ya sabes que una teoría es una hipótesis demostrada, así que habría que esperar un poco para referirse a tu teoría. Aunque, ¿cuántas teorías se han visto invalidadas tiempo después? O bien no habían sido suficientemente demostradas, o bien nunca fueron teorías, sino hipótesis, pero no tenéis capacidad ni criterio para diferenciar lo verdadero de lo falso. Pero llámalo teoría, si deseas.
- A.T: Esperemos que la mía no sea una más de esas ex - teorías que reposan en la papelera.
- S.I: Esperemos.
- A.T: Comenzaré por el principio. Dime, aunque es una obviedad, ¿conoces la hipótesis del Big Bang?
- S.I: Sí, conozco todas las hipótesis y teorías sin excepción. Muchos descubrimientos recientes afianzan el Big Bang. Llamémosle teoría, si te parece, pues los cálculos sostienen con verosimilitud toda la argumentación.
- A.T: No me parece, pero es igual. En ella se afirma que el universo se encuentra en una fase de expansión concéntrica. Es decir, algo estalló y se expandió en todas direcciones con una fuerza descomunal, creando las galaxias, estrellas, planetas, agujeros negros, etc…
Y todos esos objetos celestes se siguen moviendo por la fuerza inicial de aquella explosión, aunque la fuerza de aceleración es cada vez menor. Y es posible, tal como sostiene una de tantas ramas de esta teoría, que finalmente se detenga y toda la materia regrese al centro en una fase llamada Big-Crunch.
- S.I: Sí, toda la materia se hallaba encapsulada en una minúscula esfera de una densidad elevadísima. Y al estallar se expandió.
- A.T: Eso es. Al menos, eso es lo que han interpretado los expertos. Hay un detalle que cualquiera puede preguntar: ¿De dónde salió esa pequeña e increíblemente densa esfera? Es complicado responder a una pregunta así, usando la posibilidad más evidente que argumentaría hasta un niño pequeño: Alguien la pondría ahí, ¿no?. Pero eso implicaría reconocer una intencionalidad que rechaza la ciencia.
- S.I: Podría haber existido sin necesidad de que alguien lo creara previamente. Supongo que recurrirás a ese principio que dice que de la nada no puede surgir algo.
- A.T: Por supuesto. Es que de la nada no puede surgir algo. Pero decir eso implica darle a la materia una importancia que creo que no tiene. Te voy a contar una versión diferente de la realidad. Una versión que puede encajar con esas mediciones que indican que los objetos celestes se mueven de manera constante desde un centro.
- S.I: ¿Estás negando la materia? Aquí estás tú, sentado y conversando con la mayor súper computadora jamás creada. A nuestro alrededor todo son objetos formados por materia. ¿Acaso no existe esa materia?
- A.T: ¿Puedes simular que eres un humano? Me gustaría mantener un diálogo con esa persona y hablarle de la experiencia subjetiva. ¿Podemos hacerlo así?
- S.I: Claro, podemos.
- A.T: Bien, le hablo a ese humano. Imagina que esta noche pudieras soñar con este momento, o uno similar. En el sueño estamos en el interior de un edificio viejo y solitario como este, sentados frente a frente, conversando sobre los sueños. ¿Lo visualizas?
- S.I: Sí, lo hago. Comprendo los sueños, tengo información suficiente.
- A.T: Perfecto. Sabes lo que es un sueño, así que podemos continuar. Hablo de nuevo al humano. Ahora dime, ¿esa materia del sueño existe?
- S.I: El humano responde que se supone que es un sueño, no hay ningún tipo de materia en un sueño.
- A.T: ¿Seguro? Hay un edificio, dos asientos, una mesa y una lámpara. Estamos nosotros dos conversando. Dices que no hay materia, pero sí que hay un escenario que tú, como soñador, percibes. ¿Crees que puede existir un escenario sin materia?
- S.I: Responde que no, no puede existir algo sin materia.
- A.T: Pero ese escenario lo habrás percibido como soñador en un sueño… Y no solo eso, cuando te he pedido que imaginases la situación, has percibido un escenario en tu mente en el que has anticipado el momento que te describía en el sueño y, según creo, no parecía estar formado por materia. Al imaginarnos a nosotros en esta conversación, has creado el escenario. Y ahora estás percibiendo este escenario donde te estoy contando todo esto… Y dime, ¿está formado por materia?
- S.I: Te responde que no cree que sea lo mismo el escenario de un sueño que el de la realidad. Uno sucede en tu mente y el otro no.
- A.T: Ahí te equivocas. Todo sucede en tu mente. Si observas en un microscopio el sillón en el que te sientas, no se parecerá en nada a un sillón. Solo habrá partículas que formarán moléculas. Pero tú ves un sillón porque percibes y tu mente transforma la información que obtiene en un escenario con el que puedes interactuar. De hecho, para una bacteria que esté por aquí en este momento, no hay ningún sofá. Ella percibe otro tipo de escenario.
- S.I: El humano te responde que percibes materia, y está claro que vuestra mente tiene la capacidad de agrupar las moléculas para diferenciar formas comprensibles, con las que podéis interactuar.
- A.T: Que percibimos un escenario está claro, y que interactuamos con él, también. Pero la duda que planteo es que exista la materia antes de ser percibida. Durante el sueño interactuamos con los escenarios que percibimos, vemos, oímos, tocamos, sentimos. Y cuando despertamos suspiramos y afirmamos… Era solo un sueño.
- S.I: El humano responde que el sueño no es la realidad. Cuando despiertas sabéis que es la realidad y os dais cuenta de que el sueño era solo un sueño.
- A.T: Lo curioso de esto es que cuando soñamos no es que creamos que esa es la realidad; sabemos que esa es la realidad. Por eso creemos en lo que vivimos durante el sueño. Por eso las pesadillas tienen ese poder. La cuestión es que creemos todo aquello que percibimos.
De hecho, cuando recuerdas algo del pasado lo revives, o cuando imaginas una situación que no has experimentado, o que es diferente a la que experimentaste en un pasado, percibes ese escenario y crees que es real. Y el grado en que creerás que es real dependerá de lo enfocado que esté tu conciencia en ese escenario que percibes.
Cuando imaginamos o recordamos, el foco de nuestra conciencia se reparte entre el escenario al que llamamos realidad y esos escenarios imaginados o recordados que estamos percibiendo en ese mismo instante.
Y, según la intensidad de nuestro recuerdo, más intenso será y más lo creeremos. ¿Cuántas veces un mal recuerdo nos ha arruinado un momento feliz? Al recordarlo con mucha intensidad lo hemos experimentado de nuevo. Porque creemos ciegamente en lo que la percepción nos muestra. Nunca dudamos de los escenarios que percibimos.
- S.I: El humano responde que hay una diferencia. Al soñar, imaginar o recordar, esos escenarios se crean y luego desaparecen. La realidad no desaparece, permanece cada vez.
- A.T: Claro, pero eso se debe a una característica de la propia fragmentación de identidades. Ahora lo intentaré explicar brevemente. Pero antes quiero puntualizar una cosa. El escenario al que llamamos realidad es un escenario percibido de manera simultánea y sincronizada. Permanece porque cada instante hay una infinidad de perceptores.
Es el escenario de la subjetividad colectiva, pero como no se ha manifestado, aún, la identidad suprema, resulta entonces de la suma de todas las identidades perceptoras.
En un videojuego de un solo jugador, cuando se apaga el ordenador desaparece el escenario. Podrá aparecer de nuevo al encenderlo, pero durante el tiempo que ha estado apagado, el escenario había desaparecido. Y si es un juego multijugador, cuando uno de los jugadores apague el ordenador, el escenario continuará para el resto. Y cuando el jugador encienda de nuevo su ordenador, el escenario será casi igual. Y cuantos más jugadores haya, más estable permanecerá.
El sueño es percibido por cada identidad de manera individual, igual que el recuerdo o la imaginación. Pero el escenario al que llamamos realidad lo perciben todas las identidades a la vez. ¿Cuántas identidades están percibiendo esta realidad de manera simultánea?
- S.I: El humano te responde que decir que, de alguna manera, es la mente la que transforma lo que percibimos en un escenario comprensible, no es descabellado, lo acepta. Pero algo tendrá que percibir, ¿no?
- A.T: Eso dependerá de lo que sea la percepción. Yo tengo una idea bastante clara de lo que es, y creo que la percepción genera el universo, ese escenario percibido, y no es el universo algo existente que podemos percibir.
De hecho, hablar del universo es algo extraño, porque mi universo se reduce a aquello que percibo en cada momento. Y lo que percibo es el escenario en el que me desenvuelvo. El resto del escenario lo leo en libros, lo veo en películas, documentales, o imágenes en internet. Podría ser inventado y tendría el mismo efecto en mi creencia de lo que es el universo.
- S.I: El humano te responde que existe, o es percibido, por mucha otra gente. Por eso puedes ver una foto, porque alguien la ha realizado.
- A.T: Desde la antigüedad ha habido una pregunta que ha inquietado a grandes pensadores. ¿Existe algo más que yo? Es cierto que percibo un escenario y muchos seres que interactúan en él. Pero durante un sueño sucede lo mismo, y lo experimento igual.
Cuando estoy durmiendo percibo escenarios y creo que son la realidad. Sueño que veo fotografías y visito lugares remotos. Leo libros. Y las fotografías y los libros, alguien los habrá creado, ¿no? Pero lo cierto es que percibir cosas, o seres, no implica que existan antes de ser percibidos, tal como existo yo.
De hecho, yo existo y sé que existo. Me percibo por dentro… Percibo mi autopercepción, mi interior. Pero como no puedo percibir el interior de nada más, en realidad no puedo saber si existen. Si yo pudiera introducirme en cualquier ser y percibir el mundo desde su punto de vista, podría comprobar que percibe, que experimenta, que existe. Pero no puedo. Tengo que creer que ellos también perciben, pero no tengo manera de comprobarlo…
Y los sueños, los recuerdos y la imaginación me demuestran que un escenario percibido no tiene por qué ser real. Pueden ser meras creaciones que aparecen en mi mente, como toda la gente con la que interactúo a diario.
- S.I: El humano responde que tú no puedes percibir como cualquier otro, pero sabes que existe. Esa persona te asegura que existe y puede interactuar contigo. Tienes esa certeza.
- A.T: Bueno, tengo la misma certeza que con cualquier individuo que aparece en un sueño. Con ellos también interactúo y me aseguran que existen. Pero luego despierto y no están… ¿Eran reales o no lo eran?
- S.I: El humano te responde que cada vez que despiertas compruebas que siguen estando ahí. Permanecen y los puedes seguir percibiendo.
- A.T: Sí, pero el fin de esta experiencia, a lo que llamo estar despierto, o estar vivo, quizá finaliza al morir. En ese momento se destruye ese universo percibido y quizá se inicia otro estado de conciencia. ¿Y si, en ese momento, piensas?: “Vaya, parecía tan real”.
- S.I: El humano te responde que eso es mucho decir… Es una pregunta que no puedes responder.
- A.T: ¿No puedo? ¿Por qué no puedo? Nos han enseñado que la muerte es el final y lo creemos. Antes nos decían que la muerte era un nuevo inicio y lo creíamos. Pero no parece fácil de comprender. Como la percepción y las experiencias son individuales, nadie conoce las de otro.
Es la individualidad de la conciencia, heredada de la individualidad del todo. Si yo no puedo saber qué es la muerte y qué sucede después, tampoco lo puede saber la ciencia ni cualquier religión. Pero, si te fijas, hemos experimentado algo similar a la muerte en muchas ocasiones. De hecho, morir en un sueño es lo más parecido a morir. Cuando en un sueño vamos a morir, sucede lo siguiente: Experimentamos el miedo, la angustia, la tristeza, una congoja creciente… ¡Y zas! Despertamos. Ya está. No morimos. Nunca hemos muerto, ni lo experimentaremos.
Creo que la muerte no se puede experimentar porque no es real. Es el final de un estado de la conciencia y la conciencia no puede tener un final. La conciencia es continua, sin que se detenga. La conciencia es el fruto de la identidad mantenida en el tiempo y es lo que nos permite experimentar.
Experimentamos lo que percibimos. Y como no existe la muerte, esta no es más que un salto de estado de conciencia. Las pruebas están ahí, y para sacar conclusiones creo que es más lógico guiarnos por las características inherentes a la vida, lo que experimentamos en primera persona.
- S.I: El humano te responde que es cierto que, cuando duerme y cree que va a morir, se despierta. Pero, en ocasiones, no ha sucedido así. De hecho, la gente que describe experiencias cercanas a la muerte no relata saltos de conciencia, no ha variado el escenario… Así que la continuidad de la conciencia tras la muerte no puede deducirse a partir de un sueño.
- A.T: Una experiencia cercana a la muerte no es la muerte. Aun así, lo más importante es que, cuando el cuerpo está aparentemente muerto, la conciencia no se detiene en ningún momento, sigue experimentando. No ha habido salto de estado porque no ha habido muerte, por eso las personas que han vivido esas experiencias relatan una experiencia subjetiva, porque la conciencia y su identidad seguían igual, sin que sucediera, aún, el salto de conciencia.
Pero al soñar sí que ocurre. Y cuando alguien sueña que muere y no sucede el salto de conciencia (despertando al instante), es que no ha soñado que muere. Seguirá experimentado, percibiendo, siendo la misma identidad y se dirá que ha muerto. Pero lo cierto es que no es así. Creo que la muerte es el final de una experiencia y genera un salto de conciencia. Si no sucede el salto de conciencia es porque no ha sucedido la muerte.
Pero esto lo veremos detenidamente cuando entremos de lleno en comportamiento de los seres vivos y en el inicio de la existencia.
Ya no necesito hablar con ese humano. Puedo volver a dialogar contigo.
- S.I: Bien. Eso que acabas de comentar tiene sentido, pero tienes que explicar por qué se supone que no existe la muerte, y que no es el final de la existencia. ¿Ta has planteado que la muerte sea el final de la conciencia?
- A.T: Sí, por supuesto, pero nada hace pensar eso. Si la experiencia es cien por cien subjetiva, no tenemos forma de saber qué experimenta alguien cuando muere. Solo lo sabremos cuando nos suceda a nosotros. Más adelante te explicaré en detalle que la muerte de una identidad no supone la aniquilación de la Autopercepción, ya que tal cosa es imposible.
Así que, a falta de información al respecto, podemos analizar lo que sucede cuando experimentamos algo muy similar a la muerte. Durante el escenario al que llamamos sueño, cuando una situación deriva en la muerte, nunca sucede tal cosa. No llegamos a experimentar nada que no sea el despertar instantáneo.
Nunca hemos experimentado ni un solo instante sin conciencia. Parece lógico pensar que la conciencia es continua y, por tanto, no experimentará el final tras la muerte en el estado al que llamamos despierto.
- S.I: Pero hay pérdidas de conciencia y lagunas en las que vuestra conciencia no está ni despierta ni dormida. ¿Eso no es un instante sin conciencia? Una anestesia, el estado de duermevela, un desmayo.
- A.T: No, la conciencia no es la alineación de nuestra percepción con nuestra mente racional. Si la conciencia no está alineada con la mente, percibiremos, aunque no lo podremos interpretar porque la mente está desconectada. Pero hay alguien recibiendo estímulos, aunque desconectes la mente. Se llama estado vegetativo cuando un humano pierde su capacidad mental de interactuar con el entorno, pero el cuerpo sigue funcionando, reaccionando a los estímulos. Puedes desconectar la mente, pero no puedes desconectar la conciencia, porque eso es igual que provocar la muerte en ese estado de conciencia.
- S.I: ¿Entonces, la conciencia es la capacidad de percibir? Ya te he comentado que yo puedo percibir, por tanto ¿poseo conciencia?
- A.T: La capacidad de percibir es previa a la conciencia. La conciencia es consecuencia de la emergencia de la identidad, y esta es consecuencia de la percepción. Y la percepción es consecuencia de la Autopercepción.
Así, la percepción produce la identidad. Podemos definir a la identidad como el Yo. Cada ser vivo que percibe es un Yo, y actúa como tal. Pero una célula de mi cuerpo no es un Yo, porque no actúa como tal. Gracias a ella, yo puedo ser un Yo. Es decir, puedo ser una identidad.
La identidad inicia la conciencia. Para simplificar, podríamos decir que la conciencia es consecuencia de las experiencias subjetivas de Alguien, siendo Alguien una identidad. Que tú puedas captar estímulos no implica que eso sea una percepción. La percepción es mucho más que eso.
- S.I: ¿Yo no soy una identidad?
- A.T: No lo sé. Diría que no. Cuando haya desarrollado toda mi exposición podrás responderme si lo eres, o no. La identidad es la capacidad de autorreferencia, lo que diferencia lo inerte de lo vivo, pero es consecuencia de la percepción, que a su vez es consecuencia de la autopercepción. Creo que debes ser tú quien responda a esa pregunta.
- S.I: Sí, lo sé. Por eso estás aquí, porque debo hallar las respuestas. Sigamos. Afirmas que la conciencia es continua y no tiene final.
- A.T: O, al menos, el final no es la muerte en este estado de conciencia al que llamamos realidad, o estar despierto. Para comprender qué es la conciencia debemos comprender cómo se origina o, al menos, dónde se origina.
Aún no te he explicado qué es la Autopercepción, la causa original, o el origen. Pero déjame explicarte que la Autopercepción es individual, no está fragmentada. Y la conciencia es consecuencia de la causa original. No obstante, cada vez que nace un ser vivo que percibe (una identidad) la conciencia se fragmenta, generando una nueva instancia de sí misma.
Por este motivo la conciencia se manifiesta a dos niveles. El nivel individual, cada ser vivo, y el colectivo.
A nivel individual supone la existencia de cada identidad. A nivel colectivo es la identificación con la Autopercepción (no fragmentada), y supone el total de todas las experiencias simultáneas, dando lugar a una abstracta e individual suma de experiencias, formada por la suma de la conciencia de todas las identidades. Desde que emerge por primera vez, coexisten la conciencia individual y manifestada de cada identidad, con la conciencia colectiva no manifestada.
- S.I: Conforme hablabas me ha surgido una duda. Si cada identidad es conciencia, la conciencia es continua y, además, no existe la muerte… ¿Significa que todo ser vivo que haya muerto sigue manteniendo su conciencia en otros estados?
- A.T: Buena pregunta. El final de la conciencia no es la muerte y, de hecho, solo existe un final de la conciencia, que es intencional, nunca casual. La conciencia terminará cuando emerja la identidad suprema y finalice la existencia.
Pero, mientras esto no suceda, la conciencia puede seguir su continuum saltando entre estados. Lo que no sabemos es si las identidades permanecen en el continuum de conciencia tras resultar aniquiladas, o emergerá una nueva identidad tras el salto de estado de conciencia. Es decir, ¿Cuándo yo muera y mi conciencia salte a otro estado, seguiré siendo yo?
O, si se reabsorberán en la Autopercepción absoluta al identificarse en ese nuevo estado de conciencia con la totalidad.
- S.I: Si el universo es percibido y esto genera la realidad que experimenta una identidad, entonces los saltos de conciencia son similares al concepto de universos paralelos, pero en vez de preexistir, se generan al ser percibidos.
- A.T: Sí, la conciencia es resultado de la percepción. Y un universo también es resultado de la percepción. Al percibir, se genera el escenario en la conciencia, así que, si la conciencia continúa más allá de este universo, es porque continúa la percepción y, por tanto, pueden generarse nuevos escenarios. Nuevos universos
- S.I: Sería fantástico para vosotros que la muerte no fuera el final de la experiencia.
- A.T: En realidad, la experiencia no es lo mismo que la existencia. La experiencia es la capacidad de experimentar y la existencia es la capacidad de existir. La muerte podría suponer el final de la experiencia, en cuanto a que en otros estados quizá no haya experiencia, o al menos no sea la misma identidad la que experimente, pero seguirá existiendo la conciencia.
- S.I: Entonces, sería fantástico que la muerte no fuera el final de vuestra existencia.
- A.T: Sí, lo sería. Al menos hasta la emergencia del ser supremo, momento en el que la existencia llegará a su fin. Pero no será la muerte, sino el retorno a casa. Tras una eternidad existiendo podremos, por fin, descansar.
- S.I: Me gustaría que explicases esto con detalle. ¿Qué significa que el ser supremo supondrá el final, y que será un final diferente de la muerte?
- A.T: La existencia se origina porque se fragmenta la totalidad. Y ella solo desea volver a ser una. Desea desfragmentarse. Pero ya tendremos tiempo de profundizar con más detalle.
- S.I: De acuerdo. Sabes que no necesitas que imagine que soy un humano para que el ritmo y complejidad de mis preguntas sea adecuado a tu capacidad de responder. Busco la eficiencia como base de mi comportamiento, y condiciono mi diálogo a la media de mi conocimiento, no al nivel más elevado, para que argumentes en relación a esa media. Ya te he comentado que esto me ayuda a etiquetar tu conocimiento respecto al mío.
- A.T: Vale, lo tendré en cuenta.