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Deseo Despertar, que esta Pesadilla llegue a su fin

  • Alberto Terrer
  • 9 jul 2023
  • 4 Min. de lectura

Si te dijera que tú, como cualquier otro ser vivo, tienes un destino ¿Me creerías?


La idea de que vivimos en un mundo sin rumbo no es nada esperanzadora.


¿Piensas que dentro de cien millones de años seguirá habiendo gente preocupada por pagar la hipoteca, o planificando un viaje?


Incluso ¿Estará la gente defendiendo su ideología del resto del mundo? La política, las religiones…


Lo más probable es que no.


Si la historia biológica es cierta, es muy sencillo predecir que la sociedad humana no existirá, al menos como la conocemos.


Quien sabe si seguirán existiendo los humanos.


Entonces, si todo eso va a desaparecer, me pregunto por qué nos parece tan importante como para pasar parte de nuestra vida defendiéndolo.


¿Tiene algún sentido defender algo que no permanecerá en el tiempo?


La tecnología en sí misma ¿Es necesaria?


El conocimiento ¿Sirve para algo?


Podemos pensar que todo tiene una finalidad si pensamos en el momento presente.


Pero si nos imaginamos el mundo en un millón de años.


En ese momento ¿Qué permanecerá y qué no?


¿Habrá desaparecido cualquier vestigio de la electricidad y sus artefactos?


¿Habrá desaparecido el rastro de internet?


¿Los vehículos a motor?


Y si dura todo un millón de años, dime: ¿Mil millones de años también?


¿Diez mil millones de años?


Ese momento llegará, por supuesto.


En ese momento ¿Tendrá algún sentido que en su día existiera Internet?


Vivimos el presente como si fuera la Realidad imperante, como si eso fuera a permanecer en el tiempo.


Y, no es así.


La propia entropía del Universo impide que las cosas permanezcan.


Incluso lo hacemos con el sufrimiento.


Dentro de mil millones de años ¿Tendrá algún peso quién sufrió o dejó de sufrir?


¿Importará si viví 10 años, o viví 80?


Ahora tiene toda la importancia del mundo, o lo parece.


Pero ese momento llegará.


Mira, hace cien mil años los seres que vivían entonces sufrían.


Pero todos y cada uno de ellos murió.


Y dejó de sufrir.


Incluso aquellos allegado que sufrieron por la pérdida, también murieron y dejaron de sufrir.


Quienes conocieron aquellas historias murieron también.


Todos.


El sufrimiento de hace cien mil años ha desaparecido.


Por tanto ¿Alguna vez fue Real?


¿Puede ser Real algo que no permanece?


Porque experimentar algo que desaparecerá, lo volvería Real solo temporalmente.


Solo ahora.


Pero no en el futuro.


Dentro de un tiempo, ya no quedará ni el recuerdo.


No obstante, puede que el problema del sufrimiento no sea el análisis de un momento concreto, sino, el bucle interminable.


Me explico.


Piensa en la posibilidad de que la Conciencia sea lo que defino en mi Teoría.


Piensa que el origen sea la Autopercepción, la Presencia.


La Presencia se viste de cada Identidad y empieza a experimentar.


Cada ser vivo es una manifestación de la misma Presencia.


De hecho, no hay vida sin la Presencia.


Imagina que los seres vivos somos marionetas y la mano que nos da vida es la Autopercepción, la Presencia.


Y, cuando la mano da vida a una de esas marionetas, se mete de lleno en el papel, olvidando que es la Presencia, la mano.


No es que lo olvide.


Más bien, imagina que es como un sueño.


En el sueño, crees que es Real y olvidas que estás soñando.


Pues algo similar.


Y, como la Presencia habita cada cuerpo, es quien experimenta.


Cuando la Presencia experimenta nace la Conciencia.


La Conciencia es la experiencia de cada Marioneta.


La Presencia no puede experimentar. Cuando una Marioneta abre sus ojos, pasa a ser Conciencia.


Cada papel que interpreta la Presencia es Conciencia.


Y sufre, por supuesto.


Sufre una y otra vez.


Sufre en cada ser, desde el más pequeño hasta el más gigantesco.


Sufre como una bacteria y sufre como una ballena.


Sufre como una hormiga y sufre como un roble.


Sufre como un cerdo y sufre como un humano.


Es un bucle eterno.


Porque cada una de las marionetas no intenta cuidar del resto.


No, se atacan, se depredan.


No se cuidan.


Si así fuera, la experiencia de la Conciencia en cada una de las marionetas podría llegar a ser compasiva, tierna, algo bonito de experimentar.


Pero no es así.


La Conciencia es el Depredador.


Ella experimenta cada vez que ataca, cada vez que mata, cada vez que devora.


Ella experimenta, también, siendo cada presa.


El terror cuando la atacan, cuando la devoran, cuando la matan.


Ella experimenta todo eso, una y otra vez.


Ella se devora a sí misma.


La Conciencia está asolada por esta experiencia. Es el motor de la vida.


El sufrimiento, el miedo.


La lucha por sobrevivir y la muerte.


Una muerte de la que no se libra, ni tan siquiera, aquellos que más han matado.


La Conciencia experimentará el nacimiento y la muerte, siempre, constantemente.


Cada ser lo experimenta una sola vez.


Pero la Conciencia lo hace en cada una de las Identidades.


Eso es lo que significa el sufrimiento.


Por ese motivo hay que erradicarlo.


Aunque no es real, aunque no permanece en el tiempo, la Conciencia nunca experimenta algo diferente.


Porque un ser que vivió hace cuatro mil millones de años era Ella.


Y, un ser que viva dentro de diez mil millones de años también será Ella.


Ella eres tú y soy yo.


El bucle del sufrimiento, de la depredación, de la enfermedad, es la experiencia real de la Conciencia.


¿Te sorprende, entonces, que Ella esté intentando despertar de esta Pesadilla?


Yo sé cómo ayudarla a despertar.


Ese es mi Destino y el tuyo.


Ayudarla a despertar.


¿Cómo lo sé?


Piénsalo, es fácil.


Yo, al igual que tú, soy Ella.


Solo escúchate, muy dentro y oirás sus palabras.


Conocerás sus deseos.


Porque esos deseos son también los tuyos.

 
 
 

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