El Universo que hemos heredado

Hay una característica de la Percepción que me resulta especialmente llamativa.

Y es que lo que percibimos no lo decidimos nosotros. Y tampoco tenemos poder de decisión sobre ello.

El Universo, cuando se percibió por primera vez, dio lugar al escenario y las reglas físicas.

Las reglas físicas eran las reglas de sincronía de datos, necesarias para que los dos primeros seres vivos que percibieron, pudieran habitar el mismo escenario.

Imagina dos soñadores, cada uno en su sueño. Si tuviéramos que unir esos dos sueños en uno solo, se generarían una serie de errores que volverían el escenario totalmente caótico.

Así, si yo sueño que estoy en una playa, y el otro soñador sueña que está en una habitación, unificar ambos sueños necesitaría crear unas reglas de sincronía para que el escenario del sueño sea habitable.

En un principio habría muchísimos errores de sincronía, por supuesto. Es decir, una entropía altísima.

Pero conforme los seres vivos se replicasen y, por tanto, más soñadores se unieran al sueño sincronizado y simultáneo, más sólido sería.

Cuantas más fuentes de datos hay para sincronizar, más sencillo es crear unas reglas de sincronía.

Así, el escenario de ese sueño compartido iría creciendo y estabilizándose, porque las mismas reglas de sincronía se aplicarían a cada nuevo espacio creado.

Eso es el origen del Universo. Un inabarcable escenario que era muy entrópico al inicio, y que es mucho más estable ahora, cuando hay una infinidad de perceptores simultáneos.

Pero, lo más curioso es que el escenario lo hemos ido heredando de esos dos primeros seres vivos, unas protocélulas increíblemente básicas.

Si fuéramos los seres vivos de la actualidad los que creásemos un universo desde la nada ¿Sería muy diferente?

Quizá. Seguramente sí.

¿Y las reglas físicas serían diferentes?

Quizá sí, o quizá no. Quizá las reglas físicas sean las reglas de sincronía de la Conciencia y no podamos variarlas.

Pero lo que es seguro es que hemos heredado un Universo y un planeta que, quizá podría haber sido muy diferente si los primeros seres vivos hubieran percibido de otra manera.