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La Moral Absoluta.

  • Alberto Terrer
  • 15 jun 2023
  • 4 Min. de lectura

La moral, aquello que está bien y lo que está mal, se basa en creencias.


Por tanto, lo que está bien y lo que está mal se basa en lo que yo crea sobre cada situación.


La cuestión es que la moral no es algo que cada uno deduzca por sí mismo y aplique después.


Bueno, sí, hay una moral que cada uno deduce. Pero no es la moral social.


La moral se aplica en lo que llamamos ética.


Y, también, forma la base de las leyes.


La moral, por tanto, debemos respetarla o habrá castigos en forma de sanciones legales.


La moral se decide a nivel social.


Y se lleva a las altas instancias a través de la política.


Y los representantes de las ideas morales decidirán las leyes, como reflejo de su moral.


Pero la moral imperante es relativa.


Depende de quién gane las elecciones.


Las leyes reflejarán las ideas morales de quienes las hayan redactado.


Entonces, estoy obligado a cumplir unas leyes que pueden chocar con mis ideas morales privadas.


Las leyes no son absolutas.


Son muy, muy relativas.


Cada momento histórico ha tenido sus leyes.


Pero, y esta es la gran pregunta ¿Existe una moral absoluta?


¿Una moral que no depende de las creencias de cada momento?


Yo creo que sí.


Esa moral absoluta debería estar basada en criterios lo más objetivo posibles.


Teniendo en cuenta que es casi imposible deshacernos de nuestra subjetividad para definir lo que llamamos objetivo.


Tenemos ideas objetivas, por ejemplo, acerca del sufrimiento.


Pero esta idea objetiva varía según quién hable sobre ella.


Así, alguien puede creer que un animal no sufre, pero yo estoy seguro de lo contrario.


Ambos diremos que es un criterio objetivo, aportando pruebas.


No obstante, la objetividad no se debe basar en pruebas subjetivas, es decir, basadas en creencias y/o experiencias.


La objetividad se debe basar en factores incuestionables.


La objetividad que propongo para definir la moral absoluta se basa en el siguiente principio.


Si quiero conocer el estado anímico de una población, puedo suponer cómo se sienten, o puedo preguntar a cada uno de esos habitantes.


Puedo preguntar a todos, o solo a un número representativo.


Pero si tengo en cuenta a todos, entonces podré tener datos mucho más objetivos sobre el estado anímico en general.


Bien, siempre teniendo en cuenta que el estado anímico es, por definición, totalmente subjetivo, la clave es que, si baso mi objetividad en detectar factores comunes a todas las Identidades, seré lo más objetivo posible.


Me explico.


Los intereses de cada Identidad son los más importantes para ella.


Sin excepción.


Es por la subjetividad inevitable que condiciona la experiencia de todo ser.


Así, para una planta, su vida es lo más importante.


También lo es para un zorro.


Y para una bacteria.


¿Por qué?


Porque todo ser vivo se repara constantemente e intenta sobrevivir, sin excepción.


Todo ser vivo muestra una intención de seguir vivo.


Esto es observable en el 100 % de los seres vivos.


Así que, una moral absoluta debería partir de la base de que toda Identidad tiene un interés genuino por seguir viva.


Por desgracia, antes de llegar a este punto debemos salvar un obstáculo mucho más grande.


¿Qué Identidades tienen intereses y qué Identidades no los tienen?


Aquí es cuando la subjetividad hace su aparición siempre.


¿Es la capacidad de sentir?


Es decir, sin el sistema nervioso central, no hay pruebas de que una planta sienta.


Ni una bacteria, ni siquiera una estrella de mar.


El criterio sensocentrista no acaba de ser el más objetivo.


Se basa en una creencia subjetiva.


Y es que la capacidad de sentir, como siento yo, marca una diferencia en la experiencia.


No obstante, en todos los seres vivos hemos observado la intención primigenia de seguir vivos.


Sin excepción.


Todos se reparan.


¿Es más importante el tipo de experiencia que experimentar?


¿Acaso el debate es si una Identidad experimenta, o no lo hace?


¿O el debate es cómo experimenta?


Hay un dato objetivo.


El Universo podemos diferenciarlo entre la materia viva y la materia inerte.


Esto es algo bastante obvio.


Lo inerte y lo vivo no se parecen en nada.


Lo vivo posee una voluntad que le permite interactuar con el entorno y tomar decisiones, actuando en consecuencia.


Esto no es aplicable a la materia inerte.


Esta última reacciona al entorno según unas leyes físicas y no hay una voluntad que condicione nada.


De hecho, podríamos decir que el Universo se diferencia entre Algo y Alguien.


La materia es Algo.


La vida es Alguien.


Para interpretar el escenario e interactuar con él, debe haber Alguien, una mente, aunque sea la más básica del mundo, teniendo una experiencia subjetiva.


La experiencia subjetiva es la base de la capacidad de interpretar y poseer voluntad.


Así que, si las Identidades son Alguien ¿Por qué aplico un criterio para diferenciar entre un tipo de Alguien y otro tipo de Alguien?


Es decir ¿voy a aplicar una moral absoluta relativizando la importancia de los intereses de un ser vivo según un criterio relativo y subjetivo?


Si observo a cada Identidad, podré ver unos intereses en esa Identidad.


Bien, a todo esto, para aplicar una moral absoluta, el paso previo es definir si quiero aplicarla.


Me explico.


Si entiendo que la vida surge por azar en el Universo, sin una intención, las emociones son una simple reacción química ante ciertos estímulos.


Los intereses no tendrían ningún valor, ya que son solo casualidad.


Hay seres vivos experimentando el sufrimiento ahora, pero en diez mil millones de años no los habrá.


Así que, los intereses de una bacteria no tienen sentido.


Ahora, si creemos que la Conciencia es origen del Universo, entonces la cosa cambia bastante.


Entonces, la Conciencia experimentaría en cada Identidad y la existencia de unos intereses inherentes a cada ser, sería un hecho.


Y la necesidad de definir una moral absoluta tendría un fundamento.


Pero solo en ese caso.


¿No sería necesario, entonces, averiguar si la Conciencia es previa al Universo?


Nadie puede asegurar que algo pueda existir sin ser percibido.


Eso es uno de los grandes misterios de la física cuántica.


Es algo más que un dato curioso.


Es un enigma.


Creo que hay formas de comprobar si la Conciencia es el origen del Universo.


Y, si se comprueba, entonces habrá que considerar la necesidad de crear una moral absoluta.

 
 
 

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