¿Podremos transferir nuestro Yo y vivir para siempre?
- Alberto Terrer
- 5 dic 2023
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 11 mar 2024
Sería importante entender qué es ser Yo y por qué soy mi Yo y no otro Yo cualquiera.
Si acotamos lo que significa ser Yo, podremos comprender si somos Yo desde que nacemos o si, por el contrario, nunca somos el mismo Yo.
Es decir ¿Es el Yo un concepto anclado a un cuerpo biológico?
Esta pregunta nos interesa mucho si queremos vivir más allá de lo que el cuerpo pueda vivir.
Imaginemos una persona que cumple 40 años. Se mira al espejo y sabe quién es ¿No?
Es esa persona que lleva 40 años viviendo y cuyas experiencias vitales le han hecho ser como es.
Tiene un nombre, una profesión, una situación sentimental, una familia, un hogar, unos enemigos y unos amigos, etc…
Pero ¿Qué sucede si esa persona sufre una amnesia?
Se despierta, se mira al espejo y ya no ese ese Yo que cumplía 40 años. No reconoce el rostro, ni recuerda su pasado. Por supuesto, tampoco recuerda su presente ni sus planes futuros.
Así, esa persona no es el mismo Yo que era unas horas antes.
Si nunca recupera sus recuerdos olvidados, será una persona diferente. Muy diferente.
Así que ¿Un Yo es la mezcla de experiencias, pensamientos y creencias, o es el cuerpo?
Si pudiéramos transmitir las experiencias (siendo estas todas las vivencias y pensamientos recordados) a otra mente ¿Esta pasaría a ser el anterior Yo?
Un cuerpo que no sea en el que existía el anterior Yo, si pasa a tener todos los recuerdos (y solo esos recuerdos) de otra persona con otro Yo ¿Qué Yo será?
¿El anterior, pues ese cuerpo ya tiene un Yo permanente?
¿El nuevo, pues esos datos mentales recordados se pueden traspasar a otra mente?
¿Un Yo nuevo, pues se forma el Yo por la mezcla entre un cuerpo y unas vivencias dadas?
¿Acaso podríamos duplicar un Yo manteniendo el cuerpo con esos recuerdos y creando una copia en una estructura nueva?
¿Podrían dos Yoes decir quién es el Yo?
¿Puede haber más de una copia de un mismo Yo?
Estas son preguntas básicas que debemos hacernos para comprender lo que es un Yo.
Por ejemplo, cuando empezamos a soñar ¿Somos la misma persona, el mismo Yo?
¿Soy Yo cada vez que sueño?
Pues, a mi entender, realmente no siempre soy Yo.
En algunos sueños recuerdo mis datos almacenados y mi historia. Sé quién soy y quién es mi pareja actual, por ejemplo.
Pero en otros no. Mi pareja es otra persona diferente y me lo creo. Así que empiezo a experimentar esa realidad y actúo con los datos almacenados a los que puedo acceder.
Entonces ¿Soy Yo en el sueño?
Quizá no lo soy. De hecho, quizá, el Yo es resultado de los datos almacenados.
Si el Yo es resultado de los datos almacenados, cada vez que sueño, soy un nuevo Yo con una historia detrás. Y esa historia me dice quién soy (O quién creo ser).
Si sufro una amnesia que afecte a los recuerdos a largo plazo, seré un Yo distinto.
Quizá, lo más acertado sea definir que un cuerpo no almacena un Yo, pues si eliminas datos, ese Yo variará.
Cada vez que despertamos, quizá sea como durante el sueño. Los datos que se carguen en nuestra mente, nos dirán quién soy. Pero si esos datos no se cargasen, no podría saber que soy Yo. Sería otra persona diferente, pero con mi cuerpo.
Un Yo es el resultado de una mente y de los datos que almacene y que pueda recuperar.
Y esto nos hace preguntarnos algo importante.
¿El yo es lo mismo que la Conciencia?
Porque si un mismo cuerpo puede tener varios Yoes, entonces hay algo que es anterior al Yo y que permite experimentar.
Podríamos definir el Yo como consecuencia de las vivencias y creencias que Alguien experimenta.
Bien, vamos a entrar en materia.
¿Quién experimenta una vivencia?
¿Quién experimenta al despertar de la cama y vestirse?
¿Y, quién experimenta al comenzar a soñar?
La respuesta más simple sería decir que Yo.
Pero no es cierto. Si sufro amnesia, quien experimentará no seré Yo, sino otra persona.
Si sufro una disociación mental, ese Yo que experimentará será diferente al que lo hace normalmente.
¿Era Yo durante ese tiempo, o era otra persona diferente?
Uno de los grandes problemas de los trastornos de personalidad se debe a que una mente no puede acceder a ciertas zonas de datos durante el tiempo que se manifieste el trastorno. Por tanto, ese Yo será diferente al que era antes de manifestarse.
Es decir, una persona que se vuelve hostil por un brote paranoico, no tiene la capacidad de ser el mismo Yo que era antes. Simplemente, no puede acceder a los datos que le dicen quién es y que le dicen cómo responder ante los sucesos de la vida.
Y, si no puede acceder a esos datos, literalmente esa persona no es el mismo Yo que era. Es otro Yo totalmente diferente.
Porque el Yo se forma por la historia de alguien, que define totalmente la creencia de quién es.
Y, define la manera como reacciona ante el mundo.
El punto crucial al que nos enfrentamos, es comprender qué es eso que me permite tener la experiencia subjetiva que define quién soy Yo, y que me diferencia del resto de Yoes con los que convivo y que recuerdo.
Yo lo resumiría llamándole la Conciencia. La capacidad de experimentar de manera subjetiva.
Ese experimentador comienza en blanco cuando se forma y posee vida propia. La propia vida es solo una experiencia subjetiva.
De hecho, toda forma de vida tiene su experiencia subjetiva.
Pero, al nacer esa vida, al comenzar a experimentar, existe un filtro de percepción que definirá totalmente la experiencia.
Así, una planta tendrá una experiencia diferente a la de un ratón. O una bacteria.
Un humano tiene un filtro perceptual y una capacidad cerebral que dará como resultado un tipo de experiencia muy concreto.
Cada instante se van almacenando experiencias y la acumulación de instantes dará lugar a la creencia en un Yo.
Pero un Yo no existe, en cuanto a que puede desaparecer sin que desaparezca la vida y la capacidad de experimentar, creando un nuevo Yo de manera inmediata.
Siendo el Yo la consecuencia de vivencias y creencias subjetivas en un ser, la pregunta sería si ese Yo estaría unido a un cuerpo.
Pero la respuesta es que no, porque un cuerpo puede ser varios Yoes diferentes sin que eso afecte al propio cuerpo.
La Conciencia es lo que permite experimentar y, por tanto, generar un Yo.
La Conciencia es un sustrato al que llamamos experiencia, la sucesión de instantes en un entorno físico (sea este “real”, soñado o imaginado).
Pero si el Yo no está unido al cuerpo, deberíamos saber si se puede replicar en otra estructura.
La respuesta es que, únicamente, se podría plantear esta posibilidad allá donde exista la conciencia.
Porque, si almacenamos los datos de un Yo en una estructura, sea física o virtual, no dejará de ser un montón de datos que definan a ese Yo.
Pero para que ese Yo cobre vida, debería haber una Conciencia detrás. Es decir, alguien debería comenzar a experimentar con esos datos como filtro.
Y no solo eso, es que un cuerpo define el filtro de percepción que definirá la experiencia y, por tanto, a cada Yo.
Si insertamos el Yo de un humano en una planta, los datos no serán procesables desde la mente tan diferente de esta última.
Los recuerdos y creencias, definidos por un sistema de percepción basado en los sentidos y en nuestra capacidad de raciocinio, carecerían de sentido dentro de una mente vegetal, con un sistema de percepción tan diferente al nuestro.
Entonces, para transferir un Yo, debería hacerse a una estructura idéntica al cuerpo del que procede. Al menos, idéntica en cuanto al sistema de percepción, teniendo en cuenta que dos humanos no perciben de la misma manera.
Pero si lográsemos eso y pudiéramos clonar un cuerpo y unos datos y cargarlos en el nuevo cuerpo ¿Ambos serían el mismo Yo?
No, no compartirían la misma mente. Sí una exacta, pero no la misma.
La transferencia de un Yo a una copia, en un escenario en el que ambos individuos coexistieran simultáneamente, daría lugar a dos Yoes diferentes.
Ambos creerían ser el mismo Yo, pero solo uno de ellos sería.
Y, si uno de los dos muriese, habría habido dos identidades diferentes, una de las cuales habría experimentado la muerte, y la otra no.
Pero supongamos que ese primer Yo es eliminado al mismo instante que nace el segundo, de manera que no coinciden en el tiempo.
¿Cambiaría algo el hecho de que serían dos Yoes en dos cuerpos diferentes? ¿Habría una continuidad?
Diría que no. Que, sencillamente, dos individuos con las mismas experiencias habrían tenido dos vidas diferentes. Una de ellas habría muerto, y la otra ni sabría que acaba de nacer, porque continuaría la vida donde la había dejado el Yo original.
No obstante, no sería el mismo Yo. No el mismo. Sí un Yo idéntico, pero no el mismo.
El Yo original habría muerto y no experimentaría como el nuevo Yo.
Sin embargo, el segundo Yo experimentaría creyendo ser el primero Yo. Es decir, sería Conciencia experimentando con unos datos determinados.
Para un familiar de esa persona, no habría diferencia, porque en la práctica ambos serían el mismo Yo.
Porque tendría las vivencias y todo aquello que definiría la relación entre ambos.
No obstante, el Yo original estaría muerto y ya no experimentaría a su lado. Otro individuo creería ser el primer Yo, y en cierta manera lo sería.
A efectos prácticos, en las interacciones con otros individuos, sería como una continuidad.
Pero a efectos de la experiencia subjetiva, el primer Yo habría renunciado a su experiencia en favor de alguien que no sería él/ella mismo/a.
Así, el conjunto de vivencias que definen un Yo, no transfieren la experiencia de un cuerpo a otro, si no que crean una copia y, cuando la Conciencia se inicie en ese otro cuerpo, será un nuevo Yo con todos los datos de ese antiguo Yo.
¿Acaso no sería eso como morir y volver a despertar?
Sí y no. Ese Yo que ha muerto no se iniciaría en el nuevo Yo. De hecho, el nuevo Yo no poseería la experiencia subjetiva de la muerte.
Pero sí, porque la Conciencia es un sustrato y se inicia con cada nacimiento y finaliza con cada muerte.
Está naciendo y muriendo infinitas veces a cada instante.
Al haber Conciencia en una estructura y unos datos idénticos al anterior, la experiencia subjetiva sería, a efectos prácticos, como si ese Yo no hubiera muerto.
Para ese Yo, todo sería una continuación.
Como siempre, todo se basa en la experiencia subjetiva, que tiene un inicio y un final. La experiencia subjetiva de ese individuo pasaría por varios nacimientos y muertes, que acabarían con cada Yo que muriese y se iniciaría con cada Yo que naciera.
Es un tema complejo de comprender, pero necesario para comprender las implicaciones de la transferencia de un Yo a otra estructura.
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