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¿Podrán convivir El Lobo y el Cordero?

  • Alberto Terrer
  • 31 jul 2023
  • 2 Min. de lectura

Si un Lobo intenta comerse a un cordero, se debe a una sola razón.


Cree que ha de hacerlo.


Más bien, no conoce otra alternativa a hacerlo.


Es esclavo de sus creencias, de su manera de ver el mundo.


Un perro asilvestrado es prácticamente un lobo.


Si se encuentra con un cordero, por instinto le atacará e intentará devorarlo.


Sin embargo, ese mismo perro silvestre puede aprender a convivir con él.


Cuando enseñamos a un perro a convivir con un cordero, no estamos obligándole a comportarse de una manera que no desea.


Simplemente, estamos añadiendo una nueva alternativa de comportamiento.


Así, el perro podrá escoger entre dos opciones, cuando antes solo tenía una.


Antes no era libre.


Todo lo contrario. Era esclavo de su Percepción y sus creencias sobre el mundo.


Todos los seres podemos comportarnos según nuestra Percepción Individual, la que viene de fábrica.


La que tenía el perro silvestre. Esa que le dice: “Estás solo en el mundo. Mata o muere”.


Pero, podemos activar la Percepción Colectiva. Esa que dice: “Es tu compañero. Ayúdale y deja que te ayude”.


El lobo morará junto al cordero. Por supuesto que sí.


En la Tierra Santa, el Paraíso, el lobo aprenderá una nueva manera de comportarse, más allá de sus instintos.


Más allá de la Percepción Individual. Más allá de la creencia en la soledad.


El lobo lo aprenderá porque todos los seres tenemos un interruptor que nos permite cambiar nuestra Percepción desde la Individual a la Colectiva.


Y este interruptor se activa cuando el Entorno pasa de ser hostil a pacífico.


Mejor dicho, cuando percibimos ese cambio. La Percepción Colectiva se activa porque dejamos de sentir que estamos en un lugar terrible y hostil.


El lobo podrá morar junto al cordero porque dejará de tener miedo y de verlo todo, y a todos, como una amenaza.


Obviamente, habrá que corregir algunos comportamientos residuales, fruto de su Percepción Individual y sus creencias antiguas.


Como una madre que corrige con amabilidad a sus pequeños.


Eso sucederá con el lobo. Y será mucho más feliz.


Inmensamente feliz. Porque la felicidad no se puede alcanzar en un mundo en el que todos se devoran entre sí.


El miedo y el sufrimiento no pueden proporcionar la felicidad.


Pero en el Entorno Perfecto, el Paraíso, no habrá ser que no abrace la calma y la felicidad.

 
 
 

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